La manufactura mexicana frente al T-Mec

 



Creado para reemplazar al antiguo Tratado de Libre Comercio de América del Norte, conocido como TLCAN, adaptando lo ahí estipulado a las nuevas condiciones y exigencias de la región, el Tratado México-Estados Unidos-Canadá o T-MEC, vigente desde el 01 de julio del 2020, trae a los tres países involucrados mejores condiciones para la inversión, manteniendo el respeto de su soberanía.

 

Con respecto a su antecesor, el TLCAN, el nuevo tratado agrega 12 capítulos, constituyéndose por un total de 34, en los cuales, las principales modificaciones realizadas consisten en la adición de reglas y disciplinas que México, Estados Unidos y Canadá, habrán de adoptar para promover y fortalecer la cooperación y el comercio de bienes entre ellos.

 

Algunos de los puntos más importantes de T-MEC son:

 

      Las reglas de prohibición a la aplicación de impuestos en la exportación, así como trámites de licencias de importación y exportación más transparentes.

      Disposiciones para determinar los requisitos que debe cumplir una mercancía para considerarla como originaria de un país y con ello, tener derecho a la preferencia arancelaria negociada.

      Medidas para facilitar el comercio que simplifican los trámites aduaneros entre los tres países.

      Medidas para evitar trabas innecesarias al inspeccionar que los productos exportados entre estos tres socios cumplan con las normas dispuestas en el TME

      La no imposición de aranceles al comercio de bienes digitales, como programas informáticos, vídeos o audios, aunque sí se permite el cobro de impuestos de otro tipo que cada país decida establecer en su territorio para regular el comercio digital

      El compromiso de los países miembros del Tratado para desarrollar herramientas de promoción y crecimiento para las pequeñas y medianas empresas (PYMES).

 

Este acuerdo, que es válido por 16 años y se sujeta a una revisión sexenal, está representando para la industria automotriz mexicana una bocanada de aire fresco, principalmente tras la llegada a México de la pandemia de COVID-19 junto con las restricciones sanitarias impuestas para frenar su propagación, las cuales provocaron que durante los últimos días de marzo y los primeros de abril del 2020, millones de personas se confinaran en sus hogares, golpeando fuertemente a los manufactureros que quedaron fuera de la clasificación de actividades esenciales, y detuvieron sus operaciones enviando a sus colaboradores a casa, y además, haciéndoles llegar sus sueldos, salarios y prestaciones íntegros.

Tras permanecer inactivo desde el 23 de marzo y gracias al plan federal del regreso a la nueva normalidad, el pasado 1 de junio del 2020 esta industria reanudó operaciones, mostrando rápidas señales de capacidad de recuperación.

De mayo a junio, la venta de automóviles nuevos creció en un 50%, lo cual trajo esperanza al ámbito automotriz, pues en conjunto con las condiciones del nuevo tratado comercial TMEC, esto genera condiciones de certidumbre para la atracción de nuevas inversiones extranjeras productivas, muchas de las cuales podrían inyectarse en esta industria que, sin duda, tiene el potencial necesario para fungir como un eslabón clave de impulso económico, acelerador del crecimiento manufacturero tal y como lo hizo en su momento el TLCAN.


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