Limpieza y mantenimiento de los moldes de inyección
Cualquier tiempo de
inactividad en una empresa reduce la eficiencia y, a veces, su producción
final. Los tiempos prolongados de inactividad pueden generar grandes problemas
con los clientes, por lo cual es importante prevenir los problemas que nos
conducen al paro de operaciones.
En este sentido, uno de
los aspectos más importantes del moldeo por inyección, o cualquier cosa
relacionada con el mecanizado, es asegurarse de que las máquinas estén
funcionando a su máximo rendimiento, y la mejor manera de hacerlo es mediante
el mantenimiento preventivo.
Si bien, se trata de un
proceso que inevitablemente nos exige un (corto) período de inactividad tanto
de la maquinaria como de la mano de obra, mientras se realizan las revisiones,
los costos que de esto derivan se vuelven prácticamente inexistentes en
comparación el alto precio de la inactividad inesperada, las piezas rechazadas
y otras molestias causadas por máquinas en mal estado.
Además, cuando el
mantenimiento está planificado es altamente probable que puedas mantener la
eficiencia sin problema, y evitar el desorden y pérdidas que pueden surgir por
no cuidar el equipo industrial.
Suena sencillo,
¿Verdad? Sin embargo, sabemos que no es tan fácil como se dice. Por eso, a
continuación, enlistamos los aspectos básicos de un buen mantenimiento de los
moldes de inyección, que puedes llevar a cabo para detectar posibles problemas,
antes de que proveedores externos se involucren en el proceso:
1. Limpia las cavidades
del molde: Usa un solvente para eliminar cualquier residuo que pueda quedar en
el molde luego de su uso. Rocíalo, limpia suavemente las cavidades y sécalo. Comienza
desde la parte superior del molde y rocía con un movimiento de arriba a abajo a
medida que avanza. Si el molde necesita más limpieza, repite el proceso o use
un paño para fregar con fuerza y mover los contaminantes. Una vez terminada
la limpieza, seca el molde. A continuación, rocíalo con aire comprimido. Esto
ayuda a secar el molde después de usar el solvente, y lo penetra para
erradicar cualquier residuo adicional, que de otro modo no podrías alcanzar.
2. Inspecciona y limpia
el molde a profundidad: Los escombros y el agua son tan perjudiciales en los pasillos
o en los bebederos, como lo son en la cavidad del molde. En este caso repite el
procedimiento anterior, y emplea solvente, después aire comprimido. Recuerda
que cada parte del molde debe estar libre de residuos antes de iniciar un nuevo
ciclo de trabajo.
3. Seca el molde: Parte
del beneficio del aire comprimido es que puede secar completamente el molde,
pero el siguiente es un punto importante, especialmente antes de almacenarlo: El
molde debe estar completamente seco. Si queda agua en un molde de metal, corre
el riesgo de oxidarse, y esto puede causar muchos problemas. Los moldes
oxidados producen más piezas rechazadas, que a su vez son más propensas a
fallar por completo. Prevén esta catástrofe asegurándote de que todos tus
moldes queden completamente secos.
4. Verifica el
hardware. Asegúrate de que todo funcione correctamente con los pernos,
tornillos, placas y cualquier otra cosa que sujete al molde. Nada debe estar
suelto y debe haber muy poco desgaste en estos componentes.
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