La salud mental en el empleo durante la pandemia.

La salud mental está conformada por el bienestar emocional, el bienestar psicológico y el social. Sus condiciones afectan la forma en la que pensamos, sentimos e interactuamos con los problemas de la vida. Un estado de salud mental óptimo nos permite manejar de mejor forma el estrés, la forma en la que nos relacionamos con los demás y las decisiones que tomamos.

Mantener una mente saludable es importante en todas las etapas y facetas de nuestra vida: durante la niñez, adolescencia, adultez y vejez, así como en la escuela, relaciones personales, familiares y en el ámbito laboral.

Respecto al entorno laboral, desempeñarse como profesional o especialista en un puesto de trabajo es muy beneficioso para la salud física y mental, sin embargo, hacerlo en un ambiente negativo puede causar problemas físicos y psíquicos muy importantes. En el mundo, se estima que 264 millones de personas sufren de depresión y muchas de ellas también padecen síntomas de ansiedad.

Existen múltiples factores del entorno laboral que tienen potencial para afectar la salud mental de los trabajadores, en la mayoría de los casos los riesgos conllevan una interacción inadecuada entre el tipo de trabajo, el entorno organizativo, directivo y las aptitudes y competencias del personal.

Para empleadores, directivos, gerentes y supervisores, conseguir un ambiente laboral sano no es tarea sencilla, pues implica satisfacer las necesidades de un grupo de personas que poseen personalidades, gustos y enfoques diferentes. Para conseguirlo se deben formular reglamentos de trabajo, estrategias y políticas enfocadas a que los directivos y empleados contribuyan directa y organizadamente a mejorar el entorno laboral promoviendo y protegiendo la salud física y mental de todos los involucrados.

Cuando se hace adecuadamente, promover la salud mental en el área laboral ayuda a reducir el ausentismo laboral, aumenta la productividad y con ello se obtienen mayores beneficios económicos. 

Como ya sabemos, la pandemia provocada por la COVID-19 ha cambiado la forma en la que realizamos nuestras actividades diarias. Nos obligó a realizar nuestros trabajos desde casa, implementando la modalidad de teletrabajo o home office.Esta forma de trabajo, casi de manera obligada, ha replanteado el alcance del desempeño de los trabajadores, mostrando en la mayoría de los casos un mejor rendimiento cuando trabajan de forma remota.

La mejoría en su rendimiento, en su productividad y/o en la calidad de los resultados obtenidos durante su desempeño se atribuyen a factores como la flexibilidad de horarios, la sensación de autonomía y responsabilidad individual, y la reducción de los tiempos de traslado que les otorgan una mejor calidad de vida, e incluso, una mejor salud mental. 

Es así como, aunque el aislamiento obligado para mitigar los contagios del nuevo coronavirus ha golpeado de forma negativa la salud mental de las personas que, a raíz de esta situación han desarrollado trastornos de ansiedad, depresión, o simplemente han visto mermada su vida diaria debido a la incertidumbre y al miedo, el home office ha equilibrado la balanza para bien, otorgándoles de entrada la certeza de contar con empleo en medio de una notoria crisis económica, así como la seguridad de permanecer en resguardo, disminuyendo las posibilidades de contagiarse y aumentando el tiempo de convivencia y recreo familiar.

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