¿Qué nos dice el color y la viscosidad del aceite industrial usado?
Cuando se trata de mantener maquinaria industrial en óptimas condiciones, el aceite lubricante es mucho más que un simple fluido. Su estado físico y químico puede ofrecer señales claras sobre lo que ocurre dentro del sistema. Entre los indicadores más fáciles de observar —pero también más reveladores— están el color y la viscosidad del aceite usado.
Aunque un cambio en el color del lubricante o una variación en su fluidez puede parecer algo menor, en realidad son señales tempranas que pueden indicar contaminación, oxidación, degradación térmica o desgaste interno. Interpretar correctamente estas señales permite actuar con anticipación y evitar daños mayores.
Un aceite nuevo suele tener un color característico: ámbar claro, dorado o rojizo, dependiendo de su formulación y aditivos. Sin embargo, con el uso, este color tiende a oscurecerse. Un aceite demasiado oscuro o incluso negro puede indicar una oxidación severa, acumulación de carbonilla o la presencia de metales en suspensión. También puede revelar una exposición prolongada a temperaturas elevadas o una carga térmica fuera de parámetros.
Por otro lado, si el aceite adquiere un tono lechoso o turbio, esto suele ser señal de contaminación por agua o glicoles, lo cual puede tener consecuencias graves en la lubricación y protección de superficies metálicas. La emulsificación resultante compromete la película lubricante y puede provocar corrosión o gripado de componentes.
La viscosidad, por su parte, es uno de los parámetros más críticos del aceite industrial. Esta propiedad define la capacidad del lubricante para mantener una película protectora entre las superficies en movimiento. Si la viscosidad disminuye, el aceite se vuelve más fluido de lo debido, perdiendo su capacidad de separación entre metales. Esto ocurre, por ejemplo, cuando hay dilución con combustible, solventes o refrigerantes.
Por el contrario, un aumento en la viscosidad puede ser provocado por oxidación, contaminación con partículas sólidas o por ingreso de agua que reacciona con los aditivos. Ambos casos —ya sea baja o alta viscosidad— afectan negativamente la capacidad del lubricante para proteger el equipo, y pueden provocar sobrecalentamiento, desgaste acelerado o fallas catastróficas.
La clave está en no basarse únicamente en una observación visual o táctil. Aunque el color y la fluidez pueden dar señales iniciales, es fundamental complementar con análisis de laboratorio que midan con precisión la viscosidad a distintas temperaturas, el índice de acidez, el contenido de agua, los metales de desgaste y otros parámetros. Esto permite obtener un diagnóstico completo del estado del aceite y, por extensión, del sistema mecánico.
Implementar esta práctica como parte del mantenimiento predictivo ayuda a detectar problemas como fugas internas, fallos en sellos, presencia de contaminantes o condiciones de operación anormales, antes de que se conviertan en paros de producción costosos.
En Lubrite, ofrecemos análisis de aceites usados para distintos tipos de lubricantes industriales: hidráulicos, de engranajes, compresores, turbinas, entre otros. Nuestros reportes técnicos incluyen interpretación de color, viscosidad y otros indicadores clave, junto con recomendaciones prácticas para corregir desviaciones.
Observar el color y la viscosidad del aceite es mucho más que una rutina: es una ventana directa al estado de salud de tu maquinaria. Tomarse el tiempo para leer esas señales —y actuar con base en ellas— es una estrategia inteligente para maximizar la confiabilidad de tus activos industriales.
Comentarios
Publicar un comentario